Recientemente, un grupo de expertos en seguridad informática
del blog Security Default ha informado sobre las carencias de WhatsApp en
materia de seguridad y privacidad.
Pero hay más. La aplicación utiliza un sistema que intenta
guardar la localización desde la cual se está escribiendo un mensaje. De este
modo, se puede saber quién escribe qué, a quién y desde dónde lo está haciendo.
Contrariamente a lo que la mayoría de nosotros podamos
creer, los mensajes que enviamos y recibimos a través de WhatsApp no se borran.
Aunque tengamos la opción de eliminarlos del registro interno de la memoria de
nuestro terminal, los mensajes se almacenan en una base de datos y nunca
desaparecen.

Lo más lógico sería que, al igual que descargamos de forma
sencilla la aplicación, el sistema nos permitiese acceder sin complicaciones
a la cancelación y borrado de toda
nuestra información almacenada en esa base de datos.
Algo parecido pasa con las redes sociales. En Facebook, por ejemplo, aunque elimines tus
cuentas de usuario y tus perfiles, no existe la certeza de que esa información
haya sido definitivamente borrada. No sólo eso, sino que además es difícil de
comprobar. Esto es así, debido a que la aplicación de las leyes en materia de
protección de datos es de carácter territorial, y éstas se escapan al ámbito
global en el que se encuentra Internet.
La información sobre nuestros perfiles y cuentas de usuario
son de vital importancia para la efectividad de las campañas publicitarias.
Tanto que, camino de salir a bolsa, la valoración de Facebook se ha colocado
por encima de los 100.000 millones de dólares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario