Este martes finaliza el plazo de 15 días para que cualquier
ciudadano pueda hacer sus aportaciones y propuestas al anteproyecto de Ley de
Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, presentado el pasado mes de marzo por
la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.

Es evidente que supone un gran avance de regeneración democrática y sobre todo de justicia social, no sólo porque los responsables de las cuentas públicas deberán de responder penalmente en caso de conducta irregular y corrupta, sino porque por primera vez se da a los ciudadanos la posibilidad de hacer sus aportaciones y propuestas a través de una página web para la elaboración del texto definitivo (www.leydetransparencia.gob.es)
El hecho de que cada ciudadano a título personal pueda hacer aportaciones previas a la redacción de las leyes, dota al individuo de poder consultivo y, por tanto, de mayor conocimiento e implicación en asuntos de relevancia para el conjunto de la sociedad.
Pero no todo son halagos a esta Ley de Transparencia, ya que hay varios puntos que deben ser, cuando menos, sometidos a la crítica si no queremos que el supuesto objetivo de esta ley quede en papel mojado:
· A pesar de lo extenso de su ámbito de aplicación,
cabe destacar que la Ley de Transparencia no incluye a la Casa Real
(implicada actualmente en un caso de corrupción con Iñaki Urdangarín).
· También deja fuera al Poder Judicial (excepto al
Consejo General del Poder Judicial, que sí está incluido).
· Diferentes colectivos "protransparencia" como
Acces Info o Coalición Proacceso, denuncian que tal y como está redactado el actual borrador, se establece que el acceso a la información pública puede ser
denegado en multitud de ocasiones y, por tanto, lo hace muy limitado (como se
observa en los artículos 9 y 10, reservados a las excepciones en las cuales los
organismos públicos no tendrán obligación de facilitar la información).
Reclaman que la denegación de acceso a cualquier tipo de información sea en
casos absolutamente excepcionales.
· Uno de
los puntos más conflictivos que esta ley establece es el silencio
administrativo negativo como contestación a una solicitud de información
formulada por un ciudadano. Es decir, que tal y como está redactado el
borrador, cualquier solicitud de información de un ciudadano puede acabar en el
cubo de la basura o en la papelera de reciclaje.
· En los
casos de inhabilitación las sanciones tendrían periodos de entre 5 y 10 años,
pero no impedirá que un ex alto cargo pueda ser alcalde, concejal, diputado
nacional o regional.
· Uno de
los agujeros negros más claros de este anteproyecto de ley es el uso partidista
que le pueden dar los políticos, ya que como escribe Antonio Garrigues Walker,
integrante del Comité de Dirección de Transparencia Internacional de España “(…) la Agencia responsable de garantizar el
derecho no es una agencia independiente, pues su presidente es nombrado y
cesado de forma prácticamente libre por el Gobierno (…) esta opción nos hace
temer que, al final, las decisiones sancionadoras se puedan tomar con criterios
de interés político-partidista”.
Veremos si, finalmente, las aportaciones de los ciudadanos son
tenidas en consideración y si esta ley termina por cumplir las expectativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario